Peluquero no hay camino, se hace camino al andar

De cómo sin movimiento no hay cambio y la pregunta sobre si sabemos hacia dónde nos dirigimos

Nuestro sector sintiendo agotada su actual fórmula, caducada ya, algunos dicen, parece resultarle poco emocionante para hacerle vibrar como antaño.

Así pues imitando a una serpiente, desea abandonar dejes y maneras, válidas antes,  y cambiando de piel, reinventar hasta el propio nombre.

Cree necesario un cambio interior que transpire a su parte más externa, sintiéndose de esta manera reparado para realizar otras funciones, de otra forma, más creativa tal vez, más maduras o simplemente diferentes.

Cerrar la actual para iniciar una nueva etapa.

Los métodos y hábitos actuales parecen no servirle en estos supersónicamente cambiantes tiempos, ya que cuando se mira adentro, bien adentro, no se gusta.

No le gusta siquiera como los demás le ven.

Seguro que si observáis a vuestro alrededor, incluso en vuestro interior, podréis ver compañeros con similares pensamientos.

Es la consciencia de la necesidad de evolucionar, el inconformismo con la inacción que algunos esgrimen.

Al notar las primeras señales de este síndrome, asumimos la necesidad de convertir toda la experiencia actual e histórica en una nueva piel, más atractiva para las volubles generaciones actuales.

Una piel con más espacio para albergar el nuevo cuerpo, más completo y eficaz, con mayores capacidades, mayor consciencia de sí mismo. De ser. Más allá de quimeras y ensoñaciones que no conducen a ninguna parte, dicen.

Con un espíritu indómito capaz de atreverse a mutar en el gigante que lleva dentro y así resultar más atractivo.

Personalmente, soy un privilegiado, parte de mi diario  trabajo consiste en ver y disfrutar del vuestro.

No nos vamos a poner estupendos y pensar que tenemos la mejor profesión del mundo,  pero como colectivo rezumamos esa esencia de humanidad vital, ese brillo especial.

Tal vez por eso, l@s peluquer@s, aliados de la belleza y emparentados con la poesía, muchas veces acabamos reñidos con la mundanidad de las cuentas de explotación, de los números del vil metal, pasando a vivir con la suficiencia del disfrute de nuestro trabajo, nuestro hobby, nuestra adicción.

Cuando toca enfrentarnos como colectivo a nuestras luces y sombras, reflexionando el como cubrir esas carencias por todos visibles (¿Realmente todos pensamos que son las mismas?), la peluquería se disgrega sin saber siquiera por dónde comenzar.

Unanimidad únicamente en saberse enfermos, pero discrepados en diagnóstico y remedio, seguimos avanzando en el tiempo pero sin hallar camino.

¿Cuánto tiempo más nos permitiremos, antes de conquistas realmente valiosas para el conjunto, del sentarnos y debatir?

¿Quién será capaz de sentarnos a todos alrededor de nuestros problemas?

¿En algún momento seremos capaces de caminar en pos de lo que podríamos, alejándonos así de la mediocridad?

¿Cuál será ese camino?

Se sabe que para andar un camino es imprescindible dar el primer paso.

Tal vez estemos sólo a un paso.

Aunque no sepamos cual…

 

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