La evolución presente en Salón Look 2021

Este Salón Look se presentaba diferente.

La pasarela delegaba su protagonismo a conferencias y congresos.

Nosotros, como medio principalmente visual, mirábamos la presente edición con la incógnita sobre el formato para comunicar su seguimiento.

Como siempre ocurre, de ahí la magia de los eventos de esta magnitud, el resultado de estas aventuras, acaba sorprendiéndonos.

La fuerza de una  feria no se mide por la variedad de las propuestas, sino por las incógnitas que proponen o despejan en cada uno de nosotros, asistentes a uno u otro lado del escenario.

Salón Look 2021 ha sido una gran oportunidad de reflexión, lejos de fórmulas milagrosas, una sutil fuente dónde rebuscar vías de cambios, serenamente, sin prisas.

Cambios necesarios individualmente, para adaptarnos a la evolución cada vez más palpable, en la que nos vemos sumergidos.

La evolución, constante por definición, se nos presenta en estos tiempos de forma implacable, majestuosamente todopoderosa, feroz al dejar caer el disfraz .

Frente a esa energía, hija de la naturaleza, en este caso humana, no hay revolución que valga.

Atrás quedaron los tiempos en que tal vez, como sector, podríamos haber iniciado una insurrección que intentar controlar en dirección y tempo, que guiar por un fin común o gurú al uso.

Nos vemos y veremos sobrepasados por las reglas de desconocida física y matemática, que nos han de llevar a un nuevo estadio, lejano, seguro, de las anticuadas fórmulas amigas de previsibles consecuencias, para los hábiles surferos del sector, de los negocios.

Hablando, viendo a unos y otros, es evidente que hemos dejado de plantear la necesidad de cambios, para ver, escuchar, explicar propuestas en marcha o proyectos al borde de la luz.

A nuestra manera, casi siempre de forma individual, a nuestro aire, planteamientos acertados unos, no tanto otros, que el tiempo cribará, materia con la que conforma la bola de nieve, que al rodar colina abajo, añade volumen y velocidad a medida que se desliza.

Poco es, todavía,  el color que destaca por encima del gris asfixiante, como pequeñísimos topos de tinte, tras natural selección, matizarán el monocromo tono hasta culminar en un nuevo pigmento, no exento del rojo pasión, del rojo sufrimiento.

En Look hemos disfrutado de brillante exposición de una Premio Planeta abogando, mas que cualquiera de nosotros, por la relevancia de nuestros quehacer diario.

Grupos de mujeres que aparcando traicioneros egos, proponen refrescantes alternativas al somnoliento panorama de las formaciones de nuestro país.

Nuevas marcas de productos, dispuestas a cubrir micro-nichos de mercado sin ánimo de pelotazo alguno.

Grandes profesionales mostrando conceptos imperecederos, de forma nueva y atractiva.

Multitud de proyectos que desde nuestras mentes, parecen querer materializarse como insolente insumisión a una teórica extinción, deseada, tal vez por unos, y temida por otros.

Como dinosaurios incapaces de esperar con los brazos cruzados la llegada del genocida meteorito, impertérritos blandiendo minúsculos bates de beisbol con los cambiar el previsible desenlace.

Nadie es imprescindible, bien lo sabemos, pero casi siempre olvidamos, si somos esenciales.

Esenciales para agarrar fuerte el bate y espetar a la fría inmensidad, que si hay que morir, lo haremos con las tijeras en la mano…

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