Hace falta mucho para ser profesional

Profesionalidad, si, pero ¿Cómo?

De joven, ya había estudiado dos años de fotografía en una academia, pero antes de empezar a realizar fotografías en las pasarelas de peluquería, decidí ver como lo hacían los profesionales.

Para ello me acredité como fotógrado en varias pasarelas de moda, como la 080 o The Brandery.

Yo iba con la cámara que tenía, una Canon 400D y un tele de Tamron que llegaba a los 200mm, un equipo que podríamos clasificar como doméstico.

Con él armado, me dirigía a las gradas asignadas para los profesionales de fotografía y vídeo.

Recuerdo acercarme allí y elegir el sitio en el que estorbara lo menos posible la labor de aquellos grandes profesionales, armados con flamantes cámaras y objetivos, que en los descansos comentaban los pros y contras de las últimas novedades del sector fotográfico, y la conveniencia o no de adquirirlos.

Todo bastante intimidante a pesar de mis cuarenta y pocos años de edad.

Jamás recibí ningún ninguneo por mi inexperiencia ni por mi modesto equipo.

Fué en la segunda pasarela que cubrí, cuando el más veterano del lugar, aquel que cuando hablaba el resto callaba con el máximo respeto, que dirigiéndose al grupo mejor posicionado les dijo: “Dejar a este chico allí delante (el mejor sitio de todos), que para su equipo es el mas conveniente“.

Así se hizo.

Tomé nota de esa magistral lección de profesionalidad y respeto por el trabajo en general, el propio y el del resto.

Unos quince años después, hace un par de semanas, nos encontrábamos junto a otros medios profesionales de peluquería, cubriendo un evento.

Ahora ya no hay espacio específico para los medios audiovisuales, pero como deferencia y para facilitarnos el trabajo, nos habían reservado sendos asientos a toda la prensa, incluido a mi compañera María (autora de la mayoría de fotografías de nuestra web) y a mi mismo.

Estando allí situados, se acercó a nuestra anfitriona una veinteañera reclamándole un asiento a su acompañante influencer, porque realizaría un directo durante el evento.

Ya no habían asientos libres en la primera fila, le hizo ver la responsable, a lo que la chica propuso que María, mi compañera, le cediera su espacio ya fotografiando se levantaría durante el show.

No tiene mayor relevancia, pero María tiene sesenta años y los shows suelen durar unas dos horas, así y todo María hizo ademán de cederles el sitio para no crear conflicto.

La anfitriona cogiendo del brazo a María e impidiéndole que se levantara, le expuso que María podría estar levantada o sentada según gustara en cada momento del desfile, pero que el asiento le estaba inamobiblemente asignado a ella.

La anfitriona, les cedió su propio asiento y cada cual pudo hacer su trabajo, en las redes se puede valorar el de una y otra.

Se que queda viejuno, pero ¡Cómo ha cambiado todo!

¡Cómo ha cambiado la educación y la profesionalidad!

Hemos olvidado que la profesionalidad es algo más que el manejo vistuoso de cualquier herramienta y su resultado final, en ella también cuentan mente y corazón y su empleo a la hora de conseguir el resultado.

Cuenta lo que se hace, pero también (más diría yo), cuenta como se hace…

 

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