Todos tenemos un pasado

Trabajar en el planteamiento, como inicio del cambio

Tras unos 5 años de abrir nuestro primer salón abierto y de habernos quedado una segunda peluquería, veíamos que aquello no acababa de funcionar.

Éramos 14 trabajadores, 4 socios, 2 salones y una facturación que debería ser suficiente, pero no lo era…

Este podría ser el inicio de nuestra particular película de miedo, en el año 2001.

Tampoco hay que ponerse dramáticos, en el fondo todo aquello nos encantaba, pero éramos conscientes que había cosas que nos superaban.

Así pues, decidí cogiendo el toro por los cuernos, dedicar unas buenas semanas, a distanciarme de los quehaceres diarios de la administración de la empresa, para re-inventar lo que hacíamos, o mejor dicho cómo lo hacíamos.

Aquellos eran tiempos en los que no existía internet (si, en serio que viví en esos oscuros tiempos), por no haber, no había ni consultoras para pequeñas empresas.

Cualquiera de las que encontré, planteaba reuniones con los responsables de cada área de la empresa.

Cuando les aclaraba nuestra dimensión, me aclaraban que ellos se dedicaban a medianas y grandes empresas solamente.

Estaba claro que hablaban del volumen de sus honorarios.

 

A arremangarse toca

Haciendo acopio de toda la inconsciencia e ingenuidad de todo este mundo, decidí realizar yo mismo, la auditoría de la funcionalidad de la empresa.

Una de las medidas que adopté, fue la de dedicar 3 tardes a la semana en mi despacho, con un gran contable (Tomas Vergès, le debo gratitud infinita), aprendiendo contabilidad y montado el plan contable, más allá del oficial que realizaba la gestoría.

Estaba claro que hasta no comprender los enrevesados conceptos usados por las administraciones, no sabría cómo funcionaba todo aquello.

Realicé los escandallos de cada servicio, análisis detallado de los servicios, trabajadores, protocolo de atención al cliente (un dosier aparte) como parte del área comercial con los sub-apartados de calidad y marketing.

Finalmente pude realizar la reunión con el resto de socios, en la que les presentaba el dossier de 25 páginas con las nuevas propuestas para funcionar en adelante, todo ello bajo el nombre de: Propuesta y Plan de Creación de Marimont, S.L.

Éste era el nombre de la SL que ya teníamos hasta el momento, pero en el subtítulo lo aclaraba:

La situación de la empresa nos lleva a un cambio de mentalidad y de forma de actuar que supone un nuevo partir de cero…

 

Y esto viene a cuento de…

Con todo esto quiero dejar claro dos puntos, uno es el hecho de que soy autodidacta, por lo que espero que perdonéis las imprecisiones  o errores en los que pueda incurrir, estoy abierto a críticas y aclaraciones.

El otro es el de que esa crisis que tuve en mi empresa, es similar a la que considero que vamos a sufrir algunos de nosotros y que re-planteamientos que me hice, pueden servirte para que tu trabajes en esa reinvención de lo cotidiano.

 

Calidad, es siempre la respuesta

Tras obviar los mínimos imprescindibles, la principal meta de nuestro informe, de nuestro plan de trabajo, era definir hasta qué punto pretendíamos profundizar en la calidad, conscientes siempre que ahondar en la optimización o excelencia en el trabajo, exige un esfuerzo en consonancia.

Al margen de las habituales herramientas de marketing, nos dimos cuenta que una de las mayores y frecuentemente ignoradas es la primera impresión de nuestro salón, de nuestro trabajo, el escaparate.

Herramienta de distinción frente a la competencia e imán de nuevos clientes, queremos en poner el punto de mira en este apartado, en los siguientes posts de #peluqueriaentiemposdificiles, algunos consejos de peluqueros que trabajan con asiduidad este reclamo.

Así pues, otro objetivo post-apocalíptico, hagamos que nuestros escaparates luzcan como nunca…

 

 

 

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