De la serie de Netflix
Una de las reflexiones acerca de los aprendizajes que nos estamos llevando de esta crisis lo podemos encontrar en la serie del momento: Unorthodox.
Gracias, Netflix.
Si todavía no sabéis de qué va, la serie nos cuenta la historia de una joven judía, Esti, que crece en una comunidad ultraortodoxa jasídica en el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, Nueva York.
La serie es la adaptación del libro autobiográfico de Deborah Feldman, la auténtica protagonista.
Unorthodox nos ha tocado el corazón porque nos cuenta el valor de Esti para abandonar una comunidad religiosa de estrictas normas y obligaciones, y lanzarse a buscar su propia identidad más allá de Williamsburg.
“Solo tienes que cruzar una calle para conseguir la libertad”, le dice a Esti una amiga que no es de la comunidad ultraortodoxa.
Pero, a veces, las rígidas normas con las que vivimos se convierten en creencias limitantes en nuestra cabeza y nos privan de alcanzar nuestros objetivos.
Para Esti, esa calle era mucho más grande y llena de obstáculos de lo que nos podamos llegar a imaginar.
A la crisis de todos
En estos meses de confinamiento, todos hemos tenido la oportunidad de valorar ese bien tan preciado que es la libertad y que, muchas veces, no apreciábamos tanto porque la teníamos a nuestra disposición.
Lo que para nosotros es un derecho, para Esti era un reto.
Y nos hemos podido sentir un poco como Esti, con el añadido de que nosotros ya conocíamos la sensación de poder ir a dónde quisiéramos.
Es más, la teníamos por costumbre.
Ahora no podemos, lo que representa, sin duda, una gran oportunidad para valorar tanto la libertad como esas pequeñas cosas tan preciadas que pasamos por alto a diario.
Me gusta pensar que, tal vez, al haber sido privados de algo tan básico como la movilidad, hemos podido aprender en pocos meses lo que Esti tardó media vida en entender, que la felicidad es “poder vivir de acuerdo con lo que sentimos”.
Y lo que muchos sentimos es que queremos estar con nuestros seres queridos, que queremos vernos en persona con nuestros amigos de una vez por todas, y que, ya sea por obligación o por responsabilidad, no podemos.
Porque no se trata solo de poder salir a la calle, sino de saber que podemos hacerlo, y eso es algo bastante más profundo.
Ana Fernández
Mayo 2020