La inspiración (II)

 

Escucha tu inspiración

Desde tiempos incontables, está considerada como algo divino, incluso celestial: ¿reservada únicamente para unos cuantos elegidos, tocados con una luz sobrenatural y con capacidades extraordinarias?

La inspiración es un estado de gracia que afecta a todo el mundo en multitud de situaciones. Cada individuo tiene una forma de canalizarla, liberarla o reprimirla.

La inspiración te eleva a otro estadio. A un viaje a través de los sentidos, de las sensaciones y del pensamiento interno, que se pone de acuerdo, se alinea y se conjuga de una forma diferente a la habitual.

La inspiración, al igual que otros estados, también se puede entrenar, educar y conducir. Por supuesto, cada uno en su medida, en su ámbito, en función de sus habilidades o gustos.

La inspiración no es tangible ni en tiempo ni en espacio. Ni siquiera en volumen o masa. Y, curiosamente, viene producida por cualquier momento o estado del individuo.

No ha de ser necesariamente algo hermoso o constructivo. Puede ser una comida, una operación matemática, una conversación, un amor, una pérdida, la soledad, un viaje. Incluso un dolor. Y, así, hasta el infinito.

Cualquier momento de nuestras vidas, cualquier cosa que puedas imaginar, incluso cualquiera que no puedas imaginar, puede ser motivo de inspiración.

Cada resultado de este estado de excelencia es aplicable a una persona, a un momento, incluso a una vida con una motivación determinada.

Depende de quién sea, la educación recibida, la sociedad en la que vive o vivió o la relación con los otros y con uno mismo. Del mismo modo, otra innumerable cantidad de factores deciden el qué, cómo, cuándo, dónde y de qué manera se manifiesta la inspiración.

Todos tenemos el don de la inspiración: sólo hay que aprender a escucharla

Así pues, absolutamente todo el mundo, aunque pensemos que es imposible, tenemos ese preciado don. Todos, incluso me atrevería a afirmar que algunos (bastantes) animales.

Por ello, no es necesario ser más listo, más artista, más soñador ni más nada. La diferencia están en la aplicación que cada uno le demos, la forma de contarla o mostrarla y la complejidad, sutileza, armonía y otro largo etcétera que la haga especial, única o diferente.

Todos y cada uno de los momentos de la vida son susceptibles de incluir dentro de la amalgama de sensaciones algo de inspiración.

Aprendamos a escucharla, valorarla y convivir con ella como una pasajera silenciosa y liviana que viaja a nuestro lado observando todo y de repente… sonríe en silencio y nos mira por el rabillo del ojo. En ese momento… algo dentro de nuestra mente se mueve de otra manera.

Tu vida puede ser un gran poema continuo, sobrándote la mayor parte de los influjos externos superfluos, tóxicos e innecesarios que nos asaltan todos los días.

Busca dentro de ti a esa compañera de viaje: es escurridiza, pero la tienes. Cierra los ojos e inspira despacio, ella te sonreirá.

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