Los que se van

La Profesión más bonita del mundo – Juan Balaguer – “Los que se van”

Todos queremos más clientes y todos le ponemos ganas para conseguirlos, cada uno con su personalidad.

Pero a veces olvidamos que tan importante es que vengan, se queden y repitan, como invertir, organizar y pensar en cómo atraer a los nuevos.

Si perdemos clientes hay que saber el porqué, sino nos volveremos locos conquistando a nuevos, lo que resulta más caro, más cansado y una pérdida de tiempo ya que el esfuerzo no siempre es el esperado.

¿Por qué nos dejan?

¿Ya no les gustamos?

¿Ya no solucionamos sus deseos y sus necesidades?

¿Nuestra atención personal ha disminuido?

¿Hemos perdido la ilusión? ¿O es por el precio?

Si lo bajamos, siempre habrá alguien que lo bajara más…

Hay muchas formas de fidelizar, pero hay una que es milagrosa para que no nos dejen: “nuestra actitud”.

Y explicar bien qué les vamos a hacer, porqué lo hacemos y las ventajas de saber que están en las mejores manos.

Añadiría más.

Tenemos la posibilidad de que cuando nos recomienden vendan nuestras cualidades, con lo que aumentaremos los clientes.

Pero esta es solo la ventaja “principal” ya que al vender nuestras referencias es también una forma de evitar que los clientes se escapen.

Si conseguimos que un cliente le aconseje a su amigo o familiar que venga a nosotros, habremos diseñado un sistema de recomendados bien organizado.

Si nos proponemos estructurar que no se nos vayan y encima conseguimos de nuevos, parecerá un milagro y no lo es.

Solamente hemos pensado y actuado poniendo en marcha nuestra idea y nuestra actitud que en muchos casos es una necesidad.

J.B.

 

Xavier Bustamante – sobre lo escrito por Juan Balaguer

Una de esas máximas que por ahí corren y tomadas como dogma, reza “La empresa que no crece, muere”.

Al margen de los mil y un matices a los que da pie esa frase, el creciemiento de una negocio, consta del mantenimiento de lo alcanzado, y del añadido para hacerlo mayor.

El mantenimiento de esa ‘bolsa’ de clientela conseguida, topa con un goteo de pérdida inevitable (clientes que cambian de lugar, defunciones,etc.), pero la energía necesaria para mantener el resto, siempre será menor que la necesaria para captar nuevos asiduos de nuestro negocio.

Una vez más, la calidad de todo nuestro servicio (no solo de la parte técnica), es la mejor (o única) arma para conseguirlo, y como muy acertadamente matiza Juan, acaba convirtiéndose  en un benigno ‘virus’ que nuestros clientes pueden ir transmitiendo a sus allegados.

El peinado, corte, color que realizamos a nuesto cliente, es la punta del iceberg que en la calle luce, el resto de la atención y dedicación que le hemos dispensado, se convierten en los argumentos para recomendarnos.

TODO EL MUNDO aprecia la calidad de un BUEN servicio, bien realizado…

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