Yo, gordo

¡Hola, me llamo Xavier Bustamante y peso 135 kg!

Soy gordo, medicamente diagnosticado como obeso, o en palabras de un gran referente de nuestro sector, “Un hombre viejo, gordo y con el pelo azul”.

Como ocurre con la mayoría de desajustes de comportamiento y adicciones, la hipocresía social, hace que en los debates públicos, con el buenismo por bandera, se hable de ellos en términos comprensivos, compasivos, inclusivos.

Pero es en las cortas distancias, en el día a día, cuando palpas la incomprensión de muchos, hacia estos impulsos ingobernables que, al menos en mi caso, son síntomas de desajustes vitales, problemas de uno en el devenir diario.

Es el cúmulo de las insatisfacciones y frustraciones diarias, el que me hace buscar refugio en el buen llantar.

Sé que otros, vosotros, tenéis iguales o mayores problemas de los que yo pueda tener y los sorteáis de forma digna y aceptable socialmente, sin molestar al prójimo, enhorabuena,  pero yo no tengo esa fortaleza, posiblemente tenga otras, no se.

Siempre he creído que cada persona, cada uno de esos insignificantes seres con los que a diario nos cruzamos, son un universo multidimensional en si mismos, con un pasado y presente, un tiempo, en el que han sido diferentes personas, un cúmulo de creencias y circunstancias cambiantes que junto al criterio también cambiante con el tiempo, determinan las acciones que realizamos en cada época de nuestra vida.

De esa forma, en estos momentos soy Yo gordo, entre otras muchísimas cosas, pero en otra de esas dimensiones temporales, fuí Yo adicto a la nicotina, Yo adicto al alcohol, Yo drogadicto, Yo suicida inconcluso, muchos yo, con el denominador común de la ingobernabilidad de los impulsos y todos ellos lejanos a la compresión por parte de la sociedad, tildando la mayoría de ellos de debilidades, y todos ellos síntomas de poco carácter.

Aunque parezca contradictorio, he sido y sigo siendo feliz, no el 100% de mi tiempo, dios no lo permita, en todo momento he admirado el regalo de la vida, pero siempre he sabido de la existencia de mi bestia interior intentando apoderarse de las riendas y conducirme a esa cara oscura que todo corazón posee.

Creo que con esta válvula de escape, la comida, intento acallar la bestia negra que se nutre de insatisfacciones, de esos vértigos existenciales, esas ocasiones en que uno no sabe muy bien dónde se encuentra y qué siguiente paso dar, mientras que los que han decidido depender de tu rumbo, aún sin haberlo pretendido uno, esperan para seguirte.

Posiblemente la superficialidad de las relaciones que creamos, sean la causa de ese pequeño desdén con el que se crean ingeniosas puntillas sobre tu aumento de personalidad y el espacio que uno ocupa.

Para mí no es ningún trauma ni me deja más que una difuminada y rota sonrisa en los labios, posiblemente para otros mas sensibles y vulnerables que yo, el efecto sea más sordamente doloroso.

Para muchos, estar gordo parece ser una elección personal, una característica más que hemos elegido añadir a un avatar creado para transitar entre los semejantes.

Tener una aspecto adecuado, es sencillo, ellos mismos son el ejemplo a seguir.

Ginmasio, dieta y ya…

Los gordos somos banales e irrisorios justamente en los tiempos en que lo politicamente correcto, es la guía de la mediocridad imperante.

¿Lo saben aquel que dice, “La quimoterapia te va a dejar sin un pelo de tonto”? ¡Sería una gracia intolerable!!!

“Tengo una duda, ¿Todo te crece tanto como la tripa? Jajaja…”, ingenioso…

¿Es la gordura la última frontera de la incorrección?

En fin, soy gordo y lo sé, no me autoengaño, seguiré luchando contra ello e intentándolo por motivos de salud, porque aunque solo fuera por rebeldía transgresora, seguiría siendo gordo.

Un amigo dice que tengo la costra bien dura, aunque no todo el mundo dispone de esa curtida coraza que te regala el vivir, por eso hay que tener cuidado con lo de tildar de gordo a los demás ya que es una actitud transmitida de padres a hijos, y así podría llegar a los mismísimos colegios y acabarse llamando Gordo a algún chiquillo que no tenga suficiente ancha la espalda.

La estética como mesura de la valía de una vida.

Ya sabéis, en una sociedad que busca la diferenciación personal frente al resto, tenéis una solución rápida y eficaz, ¡Pon un bocadillo en tu vida!!! 🙂

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