Nuevos tiempos, nuevas maneras de hacer… lo de siempre

Cuestionando si algo cambia o no

Periódicamente, corren como la pólvora por las redes sociales sentencias que, al cabo de un tiempo, todos usamos como panacea o mantra a seguir para alcanzar el paraíso prometido del éxito (generalmente, empresarial).

Una de estas máximas que, últimamente, se ha popularizado hasta la hartura es la de “No pretendas obtener resultados diferentes si sigues haciendo las mismas cosas de la misma manera” (más o menos así reza).

Creo que, aunque acertada, como en tantas otras ocasiones, hemos explotado hasta la saciedad sólo parte de este concepto, dejando a un lado la otra.

Como sector (posiblemente también como sociedad), intentamos trabajar la máxima y darle vueltas y vueltas a cómo hacer las cosas, buscando la originalidad y la diferenciación. Lo buscamos como una fórmula matemática con la que obtener, de forma rápida, resultados brillantes.

Vemos llamativas reinterpretaciones, algunas francamente notables, pero con sensación de inmovilidad, de no movernos de donde estamos, de donde hemos estado en los últimos años. Es la sensación de revivir el redescubrimiento de una idea una y otra vez, como el día de la marmota.

Hacer de una manera diferente lo que hemos hecho siempre da un resultado diferente. Seguro. Pero, ¿es realmente una nueva interpretación de lo de siempre? ¿Es lo que necesitamos en la actualidad?  ¿No deberíamos abordar un cambio más profundo y cuestionar lo que hacemos, más allá del cómo, para cambiar el qué?

Sin duda el qué es la parte más dura, más difícil de este cambio, esta evolución.

Tal vez, cada uno de nosotros debería realizar una acción reflexiva para determinar qué novedades podemos aportar, qué nuevas cosas podemos realizar. Porque, ¿todos tenemos ideas y conceptos nuevos que aportar?

Recuerdo una larga discusión, hace muchos años, con un gran conocedor del sector.  Mientras yo defendía esta tesis, él contraatacaba con el papel de “la gente gris”, aquellos incapaces de aportar nada nuevo frente a un problema.

Acabamos nuestra amistosa discusión cada uno con su posición inicial. En mi caso, eso sí,  planteándome si “la gente gris” lo es por capacidad o por simple y llana pereza existencial. Es decir,  por aquel “Ya me va bien como va todo” o el “Ya vendrá alguien que cambie esto”.

Un cambio de paradigma que nos ha superado a todos

El tan cacareado cambio de milenio nos ha traído un futuro tan diferente que nos deja en la cuneta intelectual, incapacitados de seguir el frenético ritmo de la loca diferencia que nos impone. Ha acarreado un cambio de paradigma social. Un cambio que ha sobrepasado tanto a sus impulsores como a los partícipes, voluntarios e involuntarios, que somos todos nosotros

Es un cambio en la constitución del presente y del futuro que, en realidad, nadie acaba de comprender ni adivinar. Nos dicen que poco podemos hacer, aunque intuyo que más allá del cómo deberíamos trabajar con mucha inventiva el qué.

¿Seremos capaces de ver más allá del presente, del pan para hoy (ahora ya sí como sector), para, con esfuerzos individuales sin mirar quién lidera uno y otro, cambiar nuestro presente y futuro?

¿O simplemente vivimos una transición que nos obviará a todos esperando una nueva generación que realmente sea capaz de reinventar y no solo reinterpretar?

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