Peluquero, ¿Qué es lo que quieres?

Sobre conocer o no el destino deseado

En el sector de la peluquería, seguimos dando vueltas a los problemas que nos afectan sin ponernos de acuerdo y frecuentemente olvidando que los nuestros, son los mismos que sufre la sociedad en su conjunto.

Un juego de equilibrio entre dos partes complementarias y muchas veces contrapuestas, de las que solemos olvidar una, volatizando con ello el punto neutro.

Esta sociedad actual se está acostumbrando a buscar recompensas, sin abonar el  correspondiente precio. A preocuparse únicamente del Qué, olvidando el Cómo, eliminando cualquier ética de la ecuación.

  • Valoramos el conocimientos y cultura pero sin ver el esfuerzo para alcanzarlo.
  • Queremos tener éxito de forma inmediata pero sin apenas dar  nada a cambio.
  • Queremos que se aprecie y valore nuestro trabajo, pero no apreciar ni valorar el de los demás.
  • Nos quejamos de lo que funciona mal, pero  al margen de cerrar fuerte los ojos y decir desearlo, sin hacer nada para cambiarlo.
  • Queremos que se entienda y respete nuestro punto de vista, aunque casi nunca intentamos empatizamos con los de los otros.

 

El Siglo XXI ya en su mayoría de edad, no sabe hacia dónde quiere ir

Hace mucho que sabemos que este siglo XXI, mayor de edad ya, iba a ser diferente, pero todavía nos sorprende en fuera de juego, en cada uno de los retos que nos lanza, a los que solemos responder con ineficaces soluciones de pasadas eras.

Es ésta una era de titánicos retos, en la que la tecnología de robots, drones y máquinas con inteligencia artificial (me gusta más denominarlos sistemas expertos, expertos en un área en concreto), han ocupado, silenciosamente, todavía, muchos puestos de trabajo de forma autónoma hasta el punto de ellas mismas, crear más máquinas que puedan sustituir la, ahora, despreciada mano de obra humana.

La International Federation of Robotics, nos dice que solo en el 2020, aumentará en más de 1,7 millones la implementación de nuevos robots industriales en todo el mundo, y  cada día surgen nuevas aplicaciones para la robótica, sin previsión de encontrar límites a su implantación a corto tiempo, porque de lo que se trata es de ir mejorándolos para que sean más eficientes.

¿Qué coste social tendrá esta revolución tecnológica?, `pr ejemplo, ¿En que nos emplearemos los humanos, especialmente los jóvenes con un futuro de vida laboral más amplio?

¿Cómo tienen pensado amortiguar estos profundos cambios, los representantes políticos o los gurus de la tecnología?

Hace poco más de un año, tuve el privilegio de asistir a una ponencia en petit comité, organizada por Schwarzkopf Professional, en la que Javier Sirvent nos exponía su visión del futuro inmediato (10 años vista) y la profunda repercusión de las nuevas tecnologías.

Javier Sirvent está considerado como una evangelista, un visionario defensor de  la tecnología.

Al acabar la ponencia me acerqué a él y le pregunté sobre las consideraciones éticas y sociológicas de toda esta revolución, de cómo las empresas y gurus más punteros preveían abordar los posibles efectos perjudiciales que se pudieran generar.

Me contestó que le sonaba que alguna de las más poderosas corporaciones había incorporado en su plantilla ‘algún’ sociólogo.

Este solo es uno de los grandes retos que nos asaltan a la sociedad actual, del que poco se habla en términos de beneficios y costes humanos y del que podemos deducir que, una vez más, antes de reflexionar sobre el coste de nuestros actos, vamos a pisar el acelerador a tope, para lamentarnos más tarde de las consecuencias.

La manipulación genética, el cambio climático, incluso la pervivencia de las religiones, ponen en peligro nuestra propia existencia, pero a pesar de todo, desde lo más alto de la pirámide visible del poder, solo se habla en términos de eficiencia, del obtener resultados con la menor inversión de recursos posible, olvidando el debate sobre cuál ha de ser el propio objetivo, en que nos mejora la vida.

¿Una mejor calidad de vida, o una vida más fácil?

¿Estamos dispuestos a pagar el precio de mejorar como sociedad y renunciar a algunas comodidades?

Lo más cómodo rara vez trae lo mejor para las personas y la sociedad no deja de ser un conjunto de individuos, aunque muchas veces lo olvidemos.

 

¿Qué peluquería queremos?

De igual forma en la peluquería falta un debate inicial de fondo, para realmente saber hacia dónde queremos ir como profesión.

Continuamente nos quejamos, pero a pesar de estar más comunicados que nunca, gracias a las redes sociales, la desunión crece día a día.

Unos creen en la regularización del sector, como vía de evitar malas praxis, mientras otros abogan y ponen en práctica la liberalización incluso de la formación.

¿Cuándo pararemos todos de hablar y empezaremos a conversar y a debatir?. Somos como el mono que tapándose los oídos, representa la sordera.

Tenemos que empezar a abordar loa grandes problemas de la peluquería, hay quienes ven en peligro la propia profesión.

  • Realmente que buscamos como sector, como profesionales.
  • ¿Queremos una peluquería mejor, o solo queremos una peluquería más fácil, de rápidos resultados?
  • ¿Cómo es esa peluquería que todos buscamos?¿Es la misma?¿Es la mejor para el sector, para los profesionales futuros?
  • ¿Qué estamos dispuestos a aportar de nuestra parte, qué precio estamos realmente dispuestos a pagar para obtenerla?

 

¿A quién le interesa realmente todo esto, a última hora del día, después de haber cerrado el salón?…

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