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Señor Brull

“SR. BRULL, PEPE”

Resulta irónico que muchas personas pasen tantas horas de su vida agotadas de pensar en la ansiada jubilación. En los viajes que van a realizar, que se quedaron anclados, años atrás, en el magín del descansillo de unas vacaciones que jamás llegaron; en los paseos que no dieron, los libros que no leyeron, las películas que jamás tuvieron ocasión de ver, los idiomas que jamás pronunciaron.
Irónico, sí, porque si una persona merece jubilarse y vivir, disfrutar de lo pequeño, que hace grande la existencia, es José Brull Olmos, el hasta ahora Delegado de SELECTIVE en Valencia.
Irónico porque este hombre bueno se resiste a pensar que el pasado 23 de Julio de 2.008 ha representado una inflexión en su vida.

Su calendario biológico señalaba 65 años.

Más de medio siglo dedicado a la peluquería. Una peluquería que, en su corazón, está estampada con letras mayúsculas. Porque Pepe Brull es todo corazón.
Un hombre que se ha hecho a sí mismo acompañado, siempre, de su inigualable Antonia.
Un caballero de la peluquería que ha sabido tratar a cada persona “como a un hijo”.
Pepe, parafraseando a Unamuno, representa la intrahistoria de la peluquería española. Una persona que destaca, por méritos propios, en el devenir posterior de este magnífico oficio.
Sin hombres como él sería difícil entenderla.
Complicado sin analizar los sacrificios que conllevaron en una España en la que vender era una mezcla de arte y locura, plagada también de ingenio y permanente tesón. Vender era subirse a una vieja Montesa para recorrer las inhóspitas tierras de Cuenca, Albacete o el interior de Valencia. Dormir sobre la moto o desvanecerse a la entrada de un pueblo. O camuflar la edad, por la responsabilidad del puesto de trabajo, cuando se tenían 19 años y la mayoría comenzaba con 21.
Vender era hacer acopio de imaginación y recursos donde no los había, para comercializar aquellos spray matic, que, conectados a la luz, echaban laca.
Tiempos en los que el negocio particular se circunscribía a uno mismo y a su casa, donde cualquier espacio, aunque fuera debajo de la cama, era un hueco preciado para guardar la mercancía.
Tiempos en los que las jornadas laborales de Pepe y Antonia, Antonia y Pepe, en perfecto e inseparable tándem, comenzaban siempre a las seis y media de la mañana para hacerle llegar el producto solicitado al profesional amigo peluquero.
Tu vida, Sr. Brull, es todo un ejemplo para tus amigos de la gran familia SELECTIVE a la que, para siempre, perteneces.

¡Gracias por tu ejemplo y por ser como eres!.

Fuente: J.M.R. de Otero. / Selective Professional

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